Tercera entrega de la trilogía dirigida por Cédric Klapisch y protagonizada por tres de los actores más respetados del cine francés actual. Romain Duris, Audrey Tatou, Cécile De France culminan con un notable éxito unas aventuras y desventuras basadas, ante todo, en ese casi perdido sentido de la amistad. En esta ocasión, Xavier viaja hasta Nueva York para iniciar una nueva vida tras su separación y compaginar un nuevo trabajo, que no llega, con unos hijos que viven en la paradójica nueva vida de su madre.
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[Crítica] No se aceptan devoluciones
No se aceptan devoluciones es una comedia que ha revolucionado México y todos los lugares allá por donde ha pasado. Su éxito se debe, en parte, al carisma que desprende su director, guionista y protagonista Eugenio Derbez. Sin embargo, todo lo bueno que posee la película se diluye poco a poco en un mar de sentimentalismo, misoginia (merecida, si somos objetivos), reiteración de fórmulas que evitan disfrutar de una frescura de guión muy necesaria.
[Crítica] 9 meses… de condena
El humor absurdo debería ser considerado ciencia desde el momento en que, lo que parece que va a hacernos levantar del asiento, cerrar el libro o apagar el sistema, nos hace esbozar una vergonzosa sonrisa que no sabemos si borrar rápidamente antes de que nos descubran o mantenerla con todas las consecuencias. En cine hay multitud de ejemplos que ilustran situaciones que rozan el límite de lo que debería ser considerado “humor”. Sin embargo, en todos nosotros existe un cierto componente morboso que nos hace ir más allá.
En 9 meses… de condena, el actor, guionista y director Albert Dupontel nos pone en la tesitura de rendirnos ante lo que se presupone una nueva muestra del absurdo barato o seguir viendo una comedia sobre los equívocos provocados por una noche descontrolada de una magistrada excesivamente controladora. Llena de paradojas y situaciones que bordean peligrosamente la comedia con la vergüenza ajena, 9 meses… de condena es una experiencia disfrutable pero no olvidable. ¿A qué se refiere el término “no olvidable”? Pues a dos apariciones sorpresa, que no desvelaré por motivos inherentes a la crítica, que hacen desembocar la sonrisa en carcajada. Una mención, evidentemente retocada, al preso más peligroso de cierta Familia encarnado por un Monty Phyton (ojo al dato) y un peculiar traductor al lenguaje de signos de un telediario recreado por un actor francés recientemente galardonado con el Oscar.
Todo ello se encuentra aderezado con pinceladas, pocas pero concisas, de comedia surrealista. Una película que se ríe de sí misma y que, por lo menos, cumple lo que promete. No decepciona pero tampoco interesa demasiado más allá del mayor pecado del film, sacrificar la historia completa al recuerdo por parte del espectador de secuencias a cual más bizarra obviando grandes premisas que podrían haberla convertido en, otra más, deliciosa comedia muy del estilo francés. Sin embargo, los galos cuando quieren también dominan el arte de provocar desde lo más primigenio.