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[SEFF´11] Crítica Shame; Crónica de una adicción

8,5/10
Para quitarse el sombrero. Si Hunger, nos dejó boquiabiertos, Shame no iba a ser menos. Steve McQueen sorprendió reinventando el cine moderno con su ópera prima, en Shame vuelve a ofrecer lo mejor de sí mismo y de los actores con los que decide trabajar. Si Hunger fue tachada de minoritaria, McQueen ha hecho una obra más perdurable y mucho menos técnica como lo fue su primera película.
Rozando los límites del pacto visual entre espectador y cineasta, Steve McQueen nos narra la peligrosa historia de un adicto al sexo que sacrifica su integridad y la de sus seres queridos por su peligrosa adicción. Con dos interpretaciones absolutamente imprescindibles del actor alemán Michael Fassbender, premiado en Venecia por su papel, y una sorprendente Carey Mulligan, la cinta se convierte en uno de los platos fuertes y de referencia en la Sección Oficial del Sevilla Festival de Cine Europeo.
Sin duda, a lo largo del metraje encontramos diversas referencias al cine de Steve McQueen. No estamos ante una obra voluble o mutada según las querencias de su productora o las apetencias del director. El cine de McQueen es fuerte, duro, directo, cortante. Sus planos y secuencias de larga duración son seña de identidad en la cinematografía del que ya se ha convertido en uno de los cineastas más respetados del continente y de medio mundo. Ya vimos un plano general corto de 17 minutos de duración sin interrupción alguna en Hunger y, en esta ocasión, admiramos una conversación en un restaurante que alcanza los diez minutos así como un travelling por una calle de Nueva York, usado como un rítmico elemento narrativo, que puede llegar a durar tres minutos sin interrupción, salto de eje o cambio de plano.
La película es dura, muy dura y con escenas que revolverán las conciencias más puristas y conservadoras que harán que terminemos por amar u odiar a Michael Fassbender, cuyo papel en la película se ha convertido en uno de los más destacados del año a falta de ver todos los que tenemos pendientes. Por otro lado, la hasta hace poco debutante Carey Mulligan se atreve con el que posiblemente sea el mejor papel de toda su corta carrera. Sin duda, McQueen le ha dado un bautismo de fuego a la joven intérprete con un rol decisivo para el desarrollo del metraje y que, en cierto momento de la trama, provocará un juego con el espectador que terminará por alimentar la complicidad entre el director y los espectadores.
Las referencias a otra película que también levantó ampollas en su época, Eyes Wide Shut, son evidentes. Salvando las distancias, estamos ante una adicción muy complicada de superar y con un desgaste físico y mental absolutamente brutal. Dos vidas acaban por casi destrozarse en este viaje por la indecencia y el lado más oscuro y enfermo del ser humano. Steve McQueen cuenta lo que nadie en la Historia del Cine se ha atrevido a contar. Sabemos de todo sobre las drogas, el tabaco o el alcohol pero sobre el sexo no se ha mostrado nada. Todo ha sido pudor y sexo gratuito. Sin embargo, en Shame estamos ante una prueba fehaciente de que existen adicciones más allá de las conocidas que resultan tan, o más, corrosivas como las usuales.
Shame deja muy mal cuerpo. Es un cúmulo de imágenes que retratan una realidad tan normal como ver amanecer todos los días. Una realidad que ocurre cerca de nosotros y por la que miles de personas en todo el mundo echan a perder su vida. Shame no está hecha para ser admirada por legiones de adolescentes calenturientas ni por papanatas que van al cine a echar un sueño y luego preguntan como absolutos idiotas de qué iba la película. La última obra de Steve McQueen removerá conciencias y las interpretaciones de Fassbender y Mulligan nos recuerdan que todavía existen buenos actores que no se acartonan ante una cámara de cine y dan lo mejor de sí mismos.

[SEFF´11] Crítica Si No Nosotros, ¿Quién?; Las verdades de la Alemania de posguerra

7/10
Asistimos a un capítulo superado de la historiografía de uno de los países más castigados y castigadores de la Historia de la Humanidad. Alemania reflexiona sobre sus propios miedos y sobre su pasado en Si No Nosotros, ¿Quién?, la primera película de ficción del documentalista Andres Veiel y premiada con el Giraldillo de Plata y el premio al Mejor Actor para August Diehl en la presente edición del SEFF´11. Una película que puede ser considerada como una precuela de lo que Uli Edel contó en la gran R.A.F. Facción del Ejército Rojo y que sirvió de ilustración a uno de los momentos más tensos de la Historia reciente de Alemania. Aquel grupo terrorista sembró el pánico en las calles de medio país reclamando la lucha contra el nuevo fascismo encabezado por el capital, traído de la mano de los Estados Unidos.
Andres Veiel tira de documentación, que al fin y al cabo es su especialidad, para reflejar los antecedentes no del líder de la Facción, Andreas Baader, sino de la que fue su mujer, Gudrun Ensslin, interpretada por Lena Lauzemis. Veiel sorprende en esta película que, a ratos puede resultar algo pesada por la gran cantidad de información que vierte a lo largo del metraje y que puede llegar a confundir a un espectador no iniciado en el tema.
Con el Giraldillo de Plata de la edición del Sevilla Festival de Cine Europeo, Si No Nosotros, ¿Quién? se ha reafirmado como una de las películas más fuertes de la Sección Oficial a concurso. Su paso por el Festival de Berlín ya fue el preludio para el moderado éxito de una película confeccionada para ser un documento histórico de un país tan significativo como Alemania.
Andres Veiel ejecuta de manera soberbia los tempos de la película. Si bien en la primera hora de metraje, el protagonista absoluto es el personaje de August Diehl y creemos que la película versará sobre la dualidad ideológica en la que Bernward Vesper navegó durante años. Sin embargo, al llegar a la mitad del metraje observamos como las tornas van cambiando y su director nos muestra como la protagonista femenina encuentra a Andreas Baader y deja a su marido y su hijo para satisfacer sus necesidades de lucha contra el incipiente capitalismo.
El género documental siempre da para contar miles de historias en diferentes épocas que retratan miles de sociedades diversas en un mismo planeta. En esta ocasión, estamos ante una historia de violencia, amor, terrorismo y un manual de la Historia reciente de la Alemania posterior al gobierno de Konrad Adenauer. La extrema izquierda, representada en todos los componentes de la RAF aparecen desdibujadas en una cinta que prefiere contar una historia muy centrada en sus dos protagonistas sin perderse en subtramas absurdas. Andres Veiel consigue inculcar en el espectador diversas imágenes en blanco y negro que ilustran una época muy complicada en un país que ha sufrido tanto como se ha sabido perdonar a sí mismo por tantos errores y crueldades como cometió a lo largo de tantos años. Quizás la grandeza de Alemania radica en que saben hablar sin tapujos de su atronador pasado, algo de lo que deberíamos aprender todos los países en los que seguimos bajo los tópicos y las absurdas definiciones de ideologías que nublan visiones históricas a favor de posicionamientos políticos inmerecidos.
Si No Nosotros, ¿Quién? es una buena película que demuestra que en Alemania saben hablar de su historia sin tapujos y con un trasfondo casi documental, mostrar la cruda realidad de la formación de un grupo terrorista que sembró el pánico en las calles de media nación.

[SEFF´11] Palmarés del Sevilla Festival de Cine Europeo 2011

Anoche, en la gala de clausura del Sevilla Festival de Cine Europeo, conocimos los nombres de los premiados de la edición de este año. Algunos de esos nombres fueron sorpresas que dieron por terminada este octavo certamen cinematográfico sevillano.
Con la presencia del cineasta ruso premiado a toda su trayectoria Nikita Mikhalkov, el actor Carlos-Álvarez Novoa o el director Benito Zambrano, anoche se entregaron los premios correspondientes a la Sección Oficial del Sevilla Festival de Cine Europeo. El Giraldillo de Oro y, por tanto, los 40.000 euros para su distribución fueron a parar a Siempre Feliz, una producción noruega que ha tenido buena acogida por parte del público al tratarse de una simpática comedia sobre, al parecer, un tema muy común en el país escandinavo.
Por su parte, el Giraldillo de Plata fue a parar a las manos de Andres Veiel y su película Si No Nosotros, ¿Quién?, una cinta pseudo documental que narra las vivencias de una de las fundadoras del movimiento R.A.F. en la Alemania de la Guerra Fría. La dotación económica del premio es de 20.000 euros para la distribución de la película.
El Premio Especial del Jurado ha recaído en la ambiciosa producción del realizador polaco Lech Majewski por su película El Molino del Tiempo, donde reinterpretaba la obra de Peter Brueghel con unos efectos especiales de última tecnología.
Dos de los premios más sonados del Festival han sido para Shame, que ha conseguido alzarse con el galardón al Mejor Director para Steve McQueen y Mejor Actor para el alemán Michael Fassbender por quizás la interpretación masculina más impactante de todo el Festival de Sevilla y, posiblemente, de todo lo que llevamos de año cinematográfico. Ex aequo al premio al Mejor Actor también fue concedido un galardón a August Diehl por su recreación de Bernward Vesper en Si No Nosotros, ¿Quién?
Por su parte, el galardón a Mejor Actriz ha sido concedido ex aequo a dos intérpretes. Por un lado, a Nadehna Markina por Elena, nominada también a los Premios del Cine Europeo y a Bien de Moor por Code Blue.
El Premio Eurimages a la mejor coproducción europea fue, por unanimidad del jurado, para Shun Li and the Poet. El premio está dotado con 20.000 euros con el fin de proporcionar más distribución a una película que refleja la integración de los inmigrantes como uno de los problemas más acuciantes de la actualidad y un deber para todos.
En el apartado de First Films First, la ganadora fue la realizadora Morteza Farshbaf por la producción de nacionalidad iraní Mourning.
La Sección EFA también repartió sus premios siendo la ganadora a la Mejor Película la producción francesa dirigida por Michel Hazanavicius The Artist, resultando ser una de las cintas con mayor acogida y ovaciones por parte del público asistente. El premio se compone de 35.000 euros para la distribución de la película en España. Por su parte, hubo una mención especial para Lidice, otra de las producciones más destacadas de este Sevilla Festival de Cine Europeo.
El Premio Eurodoc a la mejor película documental con 15.000 euros de premio para su distribución fue para La Roca, dirigido por Raúl Santos y el jurado concedió una mención especial a Las Constituyentes, dirigido por Oliva Acosta.
La Asociación de Escritores Cinematográficos de Andalucía decidió conceder su premio a El Molino del Tiempo, de Lech Majewski y también una mención especial a Mercado de Futuros, dirigida por Mercedes Álvarez.
Tres Veces Veinte Años, de la realizadora Julie Gavras consiguió alzarse con el Premio Jurado Campus concedido por un jurado formado por estudiantes de la Universidad de Sevilla.

[SEFF´11] Crítica Le Havre; Necesaria fábula sobre la inmigración

7/10
El director finlandés Aki Kaurismäki parece haberse quitado todos sus topicazos para regalarnos Le Havre, un fabuloso cuento sobre la solidaridad con el extraño, con el inmigrante, con un ser humano en base a nuestra propia naturaleza. Con 4 nominaciones a los premios de la Academia del Cine Europeo, Le Havre se constituye como una de las cintas mejor acogidas de lo que llevamos de Sevilla Festival de Cine Europeo. Hace algún tiempo, meses atrás, algún aficionado furibundo me insultó por una crítica que le había tocado la fibra y, consciente de aquella malintencionada grosería, el tal individuo me remitía a las películas de Kaurismäki porque yo no entendía de cine. Naturalmente, no pude hacer más que reírme y seguir trabajando. Mi gozo se vio completo cuando observé que, en el programa del Festival de Cine Europeo de Sevilla, venía la última película de uno de los narradores más destacados de toda la cinematografía europea.
Confieso no ser un experto en el cine del realizador finlandés pero, para el caso, lo importante es poner en común los elementos que hacen que Le Havre sea uno de los estrenos más calidos que se han celebrado en el marco de este festival sevillano. Los aplausos no se hicieron esperar al término de una fábula en la que se recurre continuamente a la emotividad y a los pensamientos más internos del espectador. La empatía con los personajes hace que Kaurismäki haya logrado contar una historia más allá del uso de las técnicas cinematográficas que, en ocasiones, han conseguido rozar el tedio más absoluto.
Encontramos que la película, algo raro en este tipo de cine europeo, está totalmente basada en el uso de continuos planos medios y primeros planos mientras que la cámara permanece absolutamente inmóvil y no hay juego de ejes proporcionando al metraje un aura de teatralidad que ayuda a comprender las intenciones de Kaurismäki. Le Havre es una película donde los silencios y lo que no se observa a simple vista cuenta mucho más que el propio guión, firmado por el realizador y de una factura intachable, con unos momentos para la risa más sonora y otros para la emoción y el sentimiento más profundo. Kaurismäki ha sabido conjugar los tiempos y no pasarse de listo en ninguno de los 93 minutos que dura la proyección.
Con una fotografía que recuerda a los años 60 (no olvidemos al comisario, homenaje manifiesto al cine de los 70 con ese vestuario), primeros coletazos del cine en color, donde los vestidos, los utensilios, el atrezzo y los decorados conjugaban el uso de los colores primarios, Le Havre nos trae una profunda reflexión sobre la complicada situación de los inmigrantes en tierra extraña y más aún cuando se trata de niños y jóvenes. A lo largo de la película, y gracias a la buena interpretación de André Wilms, descubriremos que el ser humano realmente puede ser bueno por naturaleza y sus actos, estar llenos de buenas intenciones pretendiendo cambiar los diferentes mundos a través de pequeñas cosas.
Le Havre es absolutamente recomendable para pasar una buena tarde de cine en el Sevilla Festival de Cine Europeo. Tal vez no sea la mejor película de Kaurismäki pero consigue que el espectador arranque una sonrisa y empatice con sus personajes mejor que muchos de los pretenciosos proyectos que se han presentado como panacea del cine europeo.

VII Edición Festival de Cine Europeo de Sevilla

La crisis económica ha afectado por igual a diferentes ámbitos de la vida pública, y la cultura, como es de costumbre, ha sido uno de los flancos más débiles. Son tiempos complejos para el cine y, en concreto, para el circuito de festivales que pugnan por las cada vez más escasas obras de calidad. 
El Festival de Cine Europeo de Sevilla ha sabido, a lo largo de estas siete ediciones, labrarse un nicho bastante cómodo en medio de una competencia feroz que ha obligado a polarizar la oferta de certámenes. Curiosamente, el cine europeo no se había abordado antes como un todo, un cuerpo configurado por las fronteras en las que queda englobado, lo que ha posibilitado que Sevilla se erija como una cita ineludible en la agenda de productores, cineastas y espectadores, algo corroborado con el anuncio, cada año, de las nominaciones para los premios de la European Film Academy.
Esta edición, sin embargo, bien podría entenderse como un punto de inflexión en el acelerado desarrollo del Festival en años precedentes. El recorte de inversión ha incidido en la escasa afluencia de rostros conocidos extranjeros, a excepción del Premio de Honor Internacional Stephen Frears, algo muy en boga en todas las alfombras rojas de Europa. Más preocupante si cabe es la mediocridad en la que se ha instalado este año las propuestas de la Sección Oficial (excepto la excelente En un mundo mejor de Susanne Bier, la cual reseñaremos de forma inminente), así como de las secciones paralelas. La pregunta es, si realmente los responsables de programación del Festival han aplicado un criterio de selección cuanto menos discutible, o si, por el contrario, la producción europea se ha estancado este año de forma peligrosa. Lo cierto es que, tras visionar una parte de la películas proyectadas, la séptima edición del Festival de Cine Europeo de Sevilla deja un regusto amargo sólo salvado por algunos proyectos interesantes. El hastío y el aburrimiento han sido las notas predominantes de un certamen que baja el telón en dos días a la espera del palmarés, el cual esperemos imparta justicia y salve las últimas credenciales de una edición mejorable. A continuación, una breve reseña de algunas de las películas vistas. 

Tamara Drewe 6/10
Pocas formas más atractivas se nos ocurren para dar inicio a esta séptima edición del Festival de Cine Europeo de Sevilla que con una comedia británica de humor negro y refinado filmada por el veterano Stephen Frears, Premio de Honor Internacional de este año. Tamara Drewe, la película que ha inaugurado el certamen aprovechando la presencia del realizador británico en la ciudad hispalense, ha supuesto un agradable entretenimiento, además de una sopresa mayúscula a tenor de la habitual densidad de las propuestas exhibidas
Su nueva película, Tamara Drewe, se inscribe en una última tendencia en su carrera basada en la liviandad de sus planteamientos, como ya hiciera en Mrs. Henderson presenta o Cheri, en esta ocasión como excusa para desatar toda su socarronería algo malévola en una comedia que nos traslada a la apacible campiña inglesa. El humor negro británico es siempre bienvenido, especialmente porque supone un contrapunto necesario a la comicidad un tanto exagerada de sus hermanos norteamericanos. Se suscita la risa con situaciones que bien podrían llevar al llanto o, cuando menos, a la preocupación más absoluta. Sin embargo, el público disfruta, de forma un poco cruel, de los continuos infortunios que los protagonistas sufren. Y, de hecho, ahí se encuentra la agudeza. Frears, en su nueva película, la alcanza con suma facilidad, aunque en algunas ocasiones se perciba una cierta desorientación en el desarrollo de la trama. 
Tamara Drewe es una entretenia comedia que hace pasar un buen rato, aunque su final demasiado negro y su duración excesiva reste un poco de valor al conjunto.

Ondine 5/10
Ondine es una película irlandesa del afamado director Neil Jordan, responsable de cintas como Entrevista con el vampiro, Michael Collins o La extraña que hay en tí; protagonizada por el actor también irlandés Colin Farrell, quien ya presentó en la pasada edición del Festival de Sevilla Triage, de Danis Tanovic. En esta ocasión, Farrell interpreta a un pescador ex alcohólico y marginado que un día cualquiera saca del mar a una mujer entre sus redes, con el consecuente impacto y las conjeturas (es clara la identificación de la chica conuna sirena) que ello provoca. A partir de ahí, la trama se desarrolla a medio camino entre el cuento de hadas y cierto realismo descarnado que nunca llega a conjugar a la perfección. 
Finalmente, Jordan opta por la vía del cuento con final feliz sin dejar demasiado claro cómo hemos llegado hasta ese punto. Una propuesta, pues, fallida aunque relativamente disfrutable que además nos regala la sólida interpretación de la sirena en cuestión, Alicja Bachleda- Curus.

                                                                                    El extraño caso de Angélica 1/10
El extraño caso de Angélica venía legitimada por la larga trayectoría del director en activo más anciano del mundo, el portugués de 102 años Manoel de Oliveira. Con 32 películas filmadas, Oliveira ha alcanzado un status de cierta preeminencia en el panorama internacional de festivales, con una nutrida legión de incondicionales que aman su particular modo de concebir el cine. No en vano, El extraño caso de Angélica participó en la Sección Oficial de la pasada edición del Festival de Cannes cosechando buenas críticas y ensalzando la poderosa vitalidad de su responsable.
No obstante, paraa los humildes espectadores del Festival de Sevilla, una propuesta como El extraño caso de Angélica ha supuesto más una tediosa e insostenible lucha por no caer en el sueño más profundo que el supuesto poema sutil y conmovedor que muchos ven en los interminables planos estáticos y el surrealismo de una trama que entra en clara confrontación con la razón humana.
                                                                                    
                                                                                   
Besa 7/10
La película serbia Besa nos narra una interesante y profunda historia ambientada en la I Guerra Mundial, aunque desde la perspectiva de la retaguardia, donde el tronar de los disparos y cañones dejan paso al hambre, la inseguridad y la incertidumbre que sufren las mujeres huérfanas de sus maridos y familiares. Lea es una de esas mujeres que quedan solas tras la partida a la guerra de su marido Filip, el director de una escuela de una pequeña población serbia. Éste, antes de marcharse, confía la seguridad de su esposa a un albanés taciturno a través de un juramento denominado ‘besa’, por el que el vasallo deberá proteger con su vida a la muchacha. 
La película Srdjan Karanovic se desarrolla con ritmo pausado, lleno de matices y conjugando a la perfección momentos de cierta comicidad derivados del caracter intransigente del albanés, con otros de evidente dramatismo suscitados por la difícil situación de la retaguardia. Así, lentamente, la relación entre Lea y Azem va ahondando en un aprecio y respeto mutuo que desemboca en un amor velado, prohibido y condenado a permanecer oculto para siempre. Una cinta muy recomendable para espectadores pacientes y amantes de los detalles y matices, que disfrutará con una trama bien construida y genialmente interpretada por sus dos actores principales.
                                                                                    Mr.Nice 5/10                                                                                    
La expectación suscitada en torno a la película británica Mr.Nice era notoria desde semanas antes de que comenzase el Festival. La participación de los actores españoles Luis Tosar y Elsa Pataky ayudó en gran medida a dicho interés, a pesar de la brevedad de sus apariciones en patalla, ambos incluídos asimismo en un atractivo elenco de actores británicos de la talla de Rhys Ifans o David Threwlis. Sin embargo, su director, Bernard Rose, no despertaba precisamente esperanzas, algo que se ha visto corroborado en el producto final, una  película confusa, mal escrita y caóticamente dirigida, desprovista de la continuidad que cualquier autobiografía precisa para el seguimiento idóneo del público. 
Y es una verdadera lástima a tenor de la potencialidad de la historia que cuenta; la extraordinaria vida del traficante de drogas Howard Marks, un escurridizo y hábil negociador que llegó a entablar relaciones con instituciones tan dispares como el IRA, la CIA o el M16, utilizando sus asombrosas dotes para el engaño, la traición o la escapatoria. Pocas tramas basadas en hechos reales (esta toma como referencia la propia autobiografía de Marks, publicada en 1996) contienen en sí mismas elementos tan diversos y atractivos para conformar un entretenimiento eficaz y ocurrente; drogas, sexo, estafas, juicios, amor y tragedia. 
Sin embargo, la película de Rose nunca llega a alcanzar el tono que la eleve más allá de la anárquica consecución de circunstancias. Mr. Nice deja ese poso agridulce de la gran película que podría haber sido y nunca fue. 

The Aviatrix of Kazbek 2/10
The Aviatrix of Kazbez es una cinta holandesa que filma Ineke Smits y que nos traslada a un solitario paraje del país bajo al final de la II Guerra mundial. La película sorprende desde el primer momento, desconcierta al espectador y lo sitúa en una compleja situación donde no es posible agarrarse a ninguna premisa o pacto con la ficción. Finalmente, el hartazgo y la irritación son los sentimientos que sobresalen ante una propuesta extraña que difícilmente tendrá recorrido más allá de los festivales a los que puede acudir.
Chicas 2/10
La afamada dramaturga francesa Yasmina Reza ha patinado de forma flagrante en su primera incursión en el mundo del cine. Chicas fracasa estrepitosamente tanto en el aspecto formal como en la obstusa e irritante historia que se fuerza en narrar sin el más mínimo ápice de coherencia. Y lo hace a pesar del notable reparto que da vida a los exasperados personajes de la trama, desde el veterano y siempre correcto André Dussolier hasta la sensual Emmanuelle Seigner (cómo olvidar ese sugerente juego de seducción con Peter Coyote en Lunas de Hiel), pasando por la española Carmen Maura, verdadero vértice sobre el que se compone la película. 
                                                                                    


                                                                                    De dioses y hombres 6/10
De dioses y hombres, la película nominada a los European Film Academy y ganadora del Gran Premio del Jurado en Cannes, nos trasladó a un remoto monasterio del Atlas donde ocho monjes resisten los embites de la realidad circundante con el sosiego que el lugar parece emanar. La cinta, aunque comedida y extremadamente contemplativa, nos dejó algunos momentos de verdadero buen cine apoyado por unas interpretaciones excepcionales, encabezadas por Lambert Wilson y Michael Lonsdale.


Armadillo 5/10
También pudo visionarse ayer el documental danés Armadillo, un interesante relato del sinsentido de la guerra y la difícil posición de esos peones invisibles, los soldados, en un juego de intereses que a ninguno de ellos incumbe. Su director, Janus Metz, sembró la
polémica en Dinamarca por esta propuesta sin concesiones que únicamente pretende hacer notar la desorientación de esos jóvenes que acuden a la guerra sin una idea exacta de lo que allí se juega. Las ansias de aventuras o la exhaltación del espíritu de equipo parecen ser sus motivaciones. Lo realmente triste es que sus vidas quedan truncadas para siempre por el horror presenciado. Todos, al fin, vuelven al lugar al que nunca debieron acudir.

67º Edición Festival de Venecia; Álex De la Iglesia triunfa por partida doble

La 67º edición de uno de los festivales de cine más longevos del panorama internacional pasará a nuestro imaginario cinéfilo como la confirmación del director español Álex de la Iglesia como uno de las personalidades más importantes de la historia de nuestro cine. El éxito se lo debe a su Balada triste de trompeta, un extraño vodevil en el que se dan cita diversos géneros con la guerra civil como telón de fondo, que le ha valido el León de Plata a la Mejor Dirección y el premio al Mejor Guión, firmado por él mismo. La película, interpretada por Carlos Areces y Antonio de la Torre, figuraba como favorita entre los pronósticos previos a la ceremonia de clausura, donde el presidente del jurado, Quentin Tarantino, no ha podido disimular su admiración hacia De la Iglesia. El Presidente de nuestra Academia de Cine se ha mostrado especialmente congratulado, asegurando que «estos días en Venecia habías sido los mejores de su vida», mientras sujetaba el codiciado galardón.
De la Iglesia se erige como una de las voces más personales de nuestro cine, con una carrera confeccionada de acuerdo sus propios intereses e inquietudes, en la que sobresalen cintas como Acción Mutante (1993), El día de la bestia (1995), La Comunidad (2000) o Crimen Ferpecto (2004). En todas ellas se dan cita el humor negro más absurdo con un depurado estilo visual inconfundible que confieren personalidad propia al realizador, probablemente una de las personas más respetadas de nuestro cine y mediador de excepción en la actualidad, una época cuanto menos convulsa, como Presidente de la Academia. Su triunfo en Venecia significa el primer reconocimiento internacional a su obra y, lo que es aún más importante, lo ha alcanzado siendo fiel a sus principios como cineasta y creador. Un orgullo para nuestro cine y un nuevo impulso para una carrera aún larga por recorrer.
Más allá del protagonismo de De la Iglesia, el palmarés del Festival de Venecia ha coronado a Sofia Coppola como gran triunfadora de esta edición alzándose con el León de Oro en virtud de su cuarto largometraje, Somewhere. Tras el éxito rotundo de la deliciosamente sutil Lost in Traslation y el traspiés de su incursión psicodélica en la corte de María Antonieta, la hija de Francis Ford Coppola nos trae la historia de un actor de éxito (Stephen Dorff), extravagante y desconsiderado, cuya vida muta radicalmente con la aparición de su hija de once años (Elle Fanning). De este modo, Coppola regresa al territorio del minimalismo contemplativo, a ese ritmo lento y detallista de evidentes ínfulas de autoría, que la confirman como una de las voces más influyentes de la nueva generación de realizadores.
Tarantino ha puesto un especial énfasis en el acuerdo tajante del Jurado, en el que también se encontraban Danny Elfman y Guillermo Arriaga; «El león de oro ha sido unánime. Esta película nos encantó desde el primer momento y luego creció en nuestros corazones (…) cuando nos preguntábamos qué estábamos buscando en el León de Oro, siempre acabábamos hablando de ella. Tengo que decir que es un tremendo honor dar este premio a Sofia Coppola». Y es que muchos podrían aventurar maliciosamente un trato de favor por parte del que fue pareja sentimental de la ganadora. Sin embargo, y tendiendo presente el nivel tan sumamente mediocre de esta edición de la Bienal, una hipotética parcialidad se nos antoja improbable.
El resto del palmarés sitúa a la polaca Essential Killing como otra de las grandes triunfadoras de la noche. La trasgresora apuesta de Jerzy Skolimowski, que sigue los pasos de un preso político desesperado por huir a través de parajes de insólita inclemencia, ha conseguido el Premio Especial del Jurado, además de la Copa Volpi al mejor actor para Vincent Gallo (también amigo personal de Tarantino), imponiéndose a los aclamados trabajos de Stephen Dorff y Paul Giamatti.
También hubo sorpresas en el apartado de interpretación femenina, donde la desconocida Ariane Labed finalmente venció a Natalie Portman, muy aplaudida por su papel en Black Swan, la cinta de Darren Aronofsky que únicamente se llevó el premio a la mejor actriz emergente (Mila Kunis). La joven Labed interpretaba en la película griega Attemberg  a una chica extraña e introvertida, obsesionada por los documentales de Richard Attenborough, cuya vida cambia cuando irrumpe en su vida un desconocido que acaba de llegar a la ciudad.
Como es costumbre en esta clase de acontecimientos nunca llueve a gusto de todos, aunque en esta ocasión la expresión puede ser consideraba de un fino sarcasmo, teniendo en cuenta la lluvia incesante que ha empañado la celebración del certamen, además de la crítica unánime a la programación del mismo. En los últimos días, la polémica ha explotado de modo irremisible en la ciudad italiana; el director de la Bienal, Marco Muller, ha acusado a importantes críticos cinematográficos de boicotear el legendario festival para favorecer el despegue internacional del Festival de cine de Roma, enfocado a atraer a grandes estrellas de Hollywood. De igual modo, el conocido director Giuseppe Tornatore ha arremetido contra la revista estadounidense Variety, acusada de criticar negativamente a la representación italiana en el certamen, al que se han unido otros tantos periodistas del país anfitrión en una absurda demostración de orgullo patrio.
Obviamente, esta no ha sido una edición para rememorar como una de las más brillantes de la larga historia de Venecia, no obstante, podemos darnos por satisfechos con el merecido triunfo de Álex de la Iglesia. Esperemos sinceramente que su andadura comercial sea tan exitosa como su espectacular arranque en la Bienal. Desde aquí, nuestra más sincera enhorabuena.

Festival de Cine Africano de Tarifa; Una ventana a lo desconocido



Esta ha sido una semana grande para Tarifa. La localidad gaditana que mira a su vecino inconmensurable desde la atalaya de viento y agua en la que se enclava ha celebrado, en su séptima edición, un Festival tan interesante como necesario, una ineludible cita con el cine que viene del sur, alejado del glamour y las alfombras rojas que copan los grandes certámenes internacionales, sin complejos y con una clara vocación de divulgación. En total, 113 han sido las películas exhibidas, buena parte de ellas estrenos absolutos, repartidas en diferentes secciones a concurso; El sueño africano (largometrajes), Al otro lado del Estrecho (documentales) y África en corto (cortometrajes); y fuera de concurso, en la que se presta atención a diferentes facetas de la cinematografía africana.
Pero el Festival de Tarifa va mucho más allá de la mera exhibición de películas; se erige, más aún, como un foro abierto de industria que pretende fomentar la cooperación y producción conjunta de proyectos de uno y otro lado del estrecho, así como ejercer de enlace entre sendos públicos, paradójicamente tan alejados a pesar de la cercanía y los múltiples lazos que los unen. Y es que es ahí donde encuentra su razón de ser una iniciativa pionera como la de Cinenómada, puesta en funcionamiento por la asociación organizadora del Festival, Al-Tarab, que organiza ciclos y proyecciones por toda la península para promocionar el cine africano, subtitulando cientos de títulos al año y convirtiéndose en la filmoteca más extensa de la región.
En la presente edición, bajo la presidencia del jurado de la directora Inés Paris, la gran triunfadora en el apartado de ficción ha sido Teza, de la etíope Haile Gerima, que se ha hecho con el Griot de Viento (15000 euros), mientras que en la sección de documental Les larmes de l’emigration (Las lágrimas de la emigración) se ha alzado con el Griot de Ébano (10000 euros), donde el director senegalés Alassane Diago disecciona la tragedia que conlleva el fenómeno de las migraciones. Por otro lado, el Premio del Público ha sido compartido entre Atletu y Ehkiu Ya Shahrazade (Sherezade), ampliamente aplaudidas por un recinto abarrotado.
El FCAT crece con paso firme, consciente de su importancia en nuestro país. Mane Cisneros, directora del festival, ha sido la encargada de poner el broche final con unas palabras esperanzadoras y agradecidas. “Nos toca despedir, sí, pero no puede ser una despedida triste, sino un hasta la vista lleno de fe. Fe en que estas obras hayan sido capaces de saltar desde las pantallas hasta vuestros corazones. Buenas noches y gracias a todos”.
Desde aquí, esperamos sinceramente que esas historias no queden en un limbo incierto, lleno de incomprensión y obstaculizado por barreras comerciales. El cine a contracorriente y arriesgado merece, siempre, nuestra atención y más profunda admiración.

63º Festival de Cannes; A los pies de Bardem

En su ya dilatada carrera, Javier Bardem ha dado muestras suficientes de ser un hombre con una envidiable capacidad para elegir proyectos arriesgados en los que ha dado vida a personajes atormentados, de angustioso verismo y con una importante dosis de compromiso por parte del actor; desde su interpretación de Reinaldo Arenas en Antes de que Anochezca, que le valió su primera nominación al Oscar, hasta el Anton Chigurh de No es país para viejos, ocasión que lo consiguió, pasando por la más luminosa y tierna de sus apariciones en Los lunes al sol. Una trayectoria plagada de éxitos y en tendencia ascendente que llega a su cima con la Palma de Plata que hoy recibe en Cannes (uno de los pocos premios internacionales que le quedaban por conseguir) por su trabajo en Biutiful, del director mexicano Alejandro González Iñárritu.
En ella, Bardem da vida a un personaje de claroscuros, matices irregulares, fantasmas no superados; un vagabundo sentimental que se erige como eje absoluto de la trama escrita por Iñárritu (por primera vez sin Guillermo Arriaga), y por el que ha sido unánimemente aclamado por la crítica internacional. El premio es una recompensa más a la valentía de un actor fiel a sus principios, consciente de que su trabajo no era excusa para que su vida privada fuese difundida como la de un vulgar payaso televisivo, lo que además le ha valido ser injustamente asediado por la prensa más retrógrada de nuestro país. Hoy, Bardem ha dedicado el premio a su novia Penélope Cruz, pues así lo ha querido, sin hacer caso a las presiones de los funestos editores de revistas o de la condenable persecución de esos seres despreciables denominados paparazzi. Por todo ello y muchos más, el mundo cinematográfico debe rendirse hoy una vez más ante un monstruo de la interpretación y un personaje de raza; Javier Bardem.
Más allá del premio a Bardem, por cierto ex aequo con el actor italiano Elio Germano por su interpretación en La Nostra Vita, la 63º edición del Festival de Cannes ha aportado más elementos para la reflexión. Como la Palma de Oro a la película Uncle Boonmee del director tailandés Apichatpong Weerasethakul, la cual ha suscitado un tenso enfrentamiento entre diferentes sectores de la crítica, con concepciones muy diferentes de la supuesta genialidad de un director con una extensa trayectoria en festivales pero que sin embargo no ha podido llegar al gran público, lo que puede dar alguna clave de la clase de cine al que nos enfrentamos.
Por otro lado, el Gran Premio del Jurado fue para la cinta francesa Des Hommes et des dieux, de Xavier Beauvois, donde se narra la compleja convivencia de ocho monjes cirtercienses de un monasterio en el Magreb con sus hermanos musulmanes. Por su parte, el Premio del Jurado fue para película del Chad, Un hombre que grita, una historia sencilla e intimista que pone el punto de color en el festival, teniendo presente la escasa atención que se le presta al cine africano en los grandes festivales internacionales.
Otra de las grandes noticias del palmarés de Cannes es el triunfo de Juliette Binoche, una actriz que continua superándose en cada una de sus películas, por su papel en Copie Conforme, del director iraní Abbas Kiarostami, otro asiduo del Festival y muy valorado por la mayoría de la crítica internacional. Sin embargo, el premio al Mejor Director fue para un novel, Mathieu Amalric, actor francés de inestimable calidad expuesta en películas como La escafandra y la mariposa que ahora se traslada detrás de las cámaras con Tournée.
Así pues, el Festival de Cannes toca a su fin con la vaga sensación de no haber cumplido las expectativas en un velado pero real escenario de crisis que, obviamente, también incide en la producción y oferta de los festivales. Aun así, en él se han podido ver los nuevos trabajos de Ken Loach, Mike Leigh, Nikita Mikhalkov u Olivier Assayas, así como el nuevo proyecto, fuera de concurso, de Woody Allen. Cine por llegar a nuestras pantallas y que desde ya esperamos con ansiedad.

Festival de Cine español de Málaga


Que Málaga sea, a lo largo de buena parte del mes de Abril, sinónimo de cine español no es un lugar común que pueda afirmarse a la ligera. Y es que, efectivamente, la ciudad de la Costa del Sol no sólo alberga el ya por hoy festival de cine español más importante del país, sino que lo vive, lo siente como una prolongación del devenir cotidiano en sus calles y plazas. Se trata de un Festival que ha echado raíces profundas y que implica a buena parte de su población, entusiasmada por ser el centro, durante una semana, de todas las miradas del mundo del cine. Sin duda, su consolidación como referencia nacional es un premio merecido por el empeño y la originalidad de sus propuestas.

El humilde servidor que aquí escribe tuvo la oportunidad de pasear por la multitud de alfombras rojas que engalanan la ciudad, los teatros decorados para la ocasión, los establecimientos que a lo largo de toda Málaga que promocionan su Festival y, fundamentalmente, mezclarse con la gente que acoge con devoción a actores, directores y gentes del cine en general que llegan para promocionar sus películas.
En el terreno más puramente cinematográfico, la edición de este año (la número 13) arrancó con una reducción de las cintas a concurso, tan solo 13, pero con una calidad tendente a repuntar. No olvidemos que el Festival de Málaga se centra principalmente en seleccionar películas de directores noveles, arriesgadas o, al menos, no incluidas en los circuitos donde se mueven los grandes estrenos. Este año sobresalía comercialmente la película de Nacho G. Velilla Que se mueran los feos, una comedia protagonizada por Javier Cámara y Carmen Machi entre otros que ha servido como percha del Festival, al ser una punta de lanza de la promoción del mismo, apoyada, sin duda, por el patronazgo de Antena 3 Televisión.
Pero fueron muchos más las películas a concurso. Muestra de ella fue un palmarés heterogéneo sonde tuvieron cabida propuestas muy diversas. La Biznaga de Oro recaló en Rabia, del director ecuatoriano Sebastián Cordero, que además se alzó con el premio al Mejor Actor de reparto para Alex Brendemuhl, Fotografía y Premio del Jurado Joven. Rabia es una película descarnada que aborda la inmigración en nuestro país pero que viaja más allá y se interna en el thriller psicológico y el suspense, alcanzando un resultado muy aplaudido dentro del Festival. Por otro lado, el Premio Especial del Jurado fue para Bon Appetit, una bonita historia del director novel David Pinillos y protagonizada por Unax Ugalde (que ganó el Premio al Mejor Actor). En la interpretación femenina destacaron Marisa Paredes por su papel en El dios de madera, dirigida por el escritor Vicente Molina Foix, y la debutante Aura Garrido en Planes para Mañana. Finalmente, el Premio del Público fue para Héroes, una tierna historia filmada por Pau Freixas que se llevó gran parte de los aplausos del Festival.
Más allá de la Sección Oficial, Málaga siguió apostando por las arriesgadas propuestas de Zonazine, dedicó sendos homenajes a Rosa María Sarda y a Julio Medem, y presentó en primicia la última y esperada película de este, Habitación en Roma.
Como decíamos al comienzo, Málaga es cine español por su apuesta firme por la promoción de nuevos valores que prometen renovar y hacer progresar nuestra cinematografía. Ya esperamos impacientemente una nueva edición.

Festival de Cine de Berlín; Un año más en el ostracismo

En una tendencia peligrosamente redundante, el Festival de Cine de Berlín, uno de los más prestigiosos del mundo (no en vano este año se cumplía su 60º edición), está cayendo en una palpable anodineidad, una cierta sensación de hastío que está conduciendo a su destierro de los medios de comunicación. Berlín ha perdido poder en detrimento de los festivales y premios americanos, incluso a favor de otros festivales europeos en los que las grandes estrellas hollywoodienses adornan sus alfombras rojas. En la presente edición, pocas han sido las estrellas que se han trasladado a la capital alemana para aparecer ante los flashes de las cámaras, fundamentalmente porque la sección oficial ofrecía pocas oportunidades para ello. Ejemplo claramente ilustrativo es la cinta elegida para poner el broche final al festival, la japonesa Otouto, que fue proyectada ante una sala semivacía. Curiosamente, el premiado con mayor relevancia internacional, el gran Roman Polanski, tampoco pudo estar en la gala de clausura debido al arresto domiciliario al que se ve sometido. Una lástima.
Entre lo más destacado, podemos citar la nueva película del mencionado Polanski, El escritor, protagonizada por Pierce Brosnan y el hiperactivo Ewan McGregor, en la que éste último tiene el cometido de redactar las memorias de un ex Primer Ministro británico con asuntos oscuros por destapar. Un thriller con tintes del gran maestro del suspense que fue galardonada con el Oso de Plata al mejor director. Igualmente destacables; la francesa Mammuth, interpretada por Gerard Depardieu, Greenberg, la última película de Ben Stiller, Shutter Island de Martin Scorsese, y la última vuelta de tuerca del prolífico y muy interesante director británico Michael Winterbottom, que en esta ocasión se atreve en El asesino dentro de mí a trasladar a la pantalla la violenta novela homónima del escritor norteamericano Jim Thompson.
Como gran triunfadora del certamen destaca el Oso de Oro para la turca Miel de Semith Kaplanoglu, que versa sobre la tierna relación entre padre e hijo que muchos críticos han visto similar a El espíritu de la colmena. El Gran Premio del Jurado fue destinado, por su parte, a la rumana Si quiero silbar, silbo de Florin Serban, lo que ratifica el auge de esta cinematografía puesta en el mapa con la apabullante 4 meses, 3 semanas, 2 días; mientras que los premios a la interpretación fueron repartidos entre Grigory Dobrygin por la rusa How I ended de summer (que también se hizo con el premio a la mejor fotografía) y la japonesa Shinobu Terajima por Caterpillar. El Oso de Plata al mejor Guión fue para la china Separados, Juntos.
Como conclusión a esta 60º edición del Festival de Cine de Berlín, debemos hacer referencia a cómo este certamen pierde el pulso ante ofertad más atractivas tanto dentro como fuera del continente europeo, lo que debe hacer recapacitar a sus organizadores que cómo alcanzar el equilibrio perfecto entre calidad y espectacularidad. Mientras tanto, se erige como una verdad insoslayable que, Berlín, permanece un año más en el ostracismo.