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[Crítica] Una vida en tres días

Jason Reitman regresa tras la infame Young Adult con una cinta que, aunque roza de cerca las mismas sensaciones que su predecesora, consigue remontar el vuelo en los minutos finales en un alarde interpretativo y de dirección que condensa toda la energía de la película. Una vida en tres días, acongojante título español, es la propuesta de un director cuyo talento ha pasado a mejor vida y ahora se refugia en recuerdos de su éxito y en productos de calidad muy ínfima.
Reitman fue el creador de tres obras clave en el cine indie norteamericano: Gracias por fumar, Juno y la maravillosa Up In The Air. Sin embargo, ha ido perdiendo el norte como realizador apartado, en cierto modo, de los designios de la industria y quienes le comparaban con Alexander Payne ahora no tienen más remedio que callar y sufrir en silencio.
Pese a tener a dos intérpretes de altura, Labor Day no consigue más que ser una propuesta muy conservadora, lejos del riesgo que le presuponemos a un realizador como Reitman y que no encandila en ningún momento. NI Kate Winslet ni Josh Brolin levantan un guión que resulta inverosímil por la insuficiencia de su planteamiento, en el que es absolutamente imposible creerse ni una sola línea. En una benevolente reinvención del síndrome de Estocolmo, observamos como una mujer con un pasado muy turbulento decide entregar su vida a un desconocido con una historia aún más sórdida.
Jason Reitman dirige con una normalidad pasmosa, sin preocuparse de sorprender al espectador y narrando una historia presente de una forma tremendamente lineal y sin aspavientos. Pero parece estar de moda en la actualidad el uso continuado, y mal ejecutado, de flashbacks sin ton ni son que marean más que explican.
Por si fuera poco, existe a lo largo de la trama, una molestísima banda sonora que irrumpe cada vez que parece que va a suceder algo de interés. Es ingenuo pensar que el espectador verá satisfecha su atención simplemente por tener un tamborcillo de fondo resonando con el ruido de cada coche que pasa por el plano en cuestión. Hay almíbar por todos los costados de una película que intentó ser un drama lacrimógeno y se acabó convirtiendo en una película más con una sobresaliente factura televisiva.

[Crítica] Up In The Air

8/10

Descubrimos gracias a Up in the Air que despedir a la gente es todo un arte. Y si te despide un hombre amable, elegante y disfrazado de buenas intenciones, parece que se disimula el gran dolor de quedarse sin trabajo. No obstante, detrás de esta gran película se esconde una historia de autodestrucción tras empezar a conocer que tu vida puede cambiar de la noche a la mañana.

Un día, eres un ejecutivo de una gran empresa que se dedica a ir por diferentes grupos, corporaciones e industrias despidiendo gente porque los cobardes dueños de esas empresas están más preocupados por seguir alimentando a su propia economía que en el bienestar de sus empleados. Al dia siguiente, llega un programa informático y tu vida puede dar un giro de 180º cuando te ofrecen un trabajo antagónico al tuyo, sin llegar a despedirte.
Up in the Air es la historia perfecta de un hombre que cree que su vida es perfecta como está. No confía en los matrimonios ni concibe otra forma de vida que no sea «en solitario». Huye del matrimonio y huye de cualquiera de las convenciones sociales alrededor del amor y de la compañía femenina. Él es feliz viajando y acumulando millas para poder canjearlas después por comidas, billetes y cualquiera de las ventajas que ofrecen las grandes aerolíneas. De repente, conoces a la que posiblemente sea la mujer perfecta, la mejor que ha entrado en tu cama y hacia la que sientes una terrible adicción. Sigues pensando que la vida es mejor solo, pero te animas a confiar en otras personas. De hecho el personaje de Clooney llega a describir a esta mujer como «una amiga». Todo parece perfecto. Hasta el hecho de trabajar despidiendo gente parece perfecto. Pones cara de compungido y repartes una carpeta donde vienen alternativas para la desolada gente a la que has dejado en la calle. Pero tú sigues tu vida. Sin inmutarte.
Hasta que un día el destino te comienza a jugar malas pasadas. Esa amiga perfecta resulta que tiene un grado bajo de perfección y te produce una sensación de impotencia ante algo en lo que tú creías plenamente y ahora se ha vuelto completamente del revés. Eres un hombre que disfruta viajando, pero en el mismo momento en que más a gusto estás, llega tu jefe y te ofrece otra modalidad de tu empleo. Te «despide» de tu trabajo para mandarte a otro. Ahora eres el cazador cazado.
Con un trío protagonista de nivel más que notable, destaca la interpretación fabulosa de Vera Farmiga, quien llega a robarle algún que otro plano al protagonista de la película: un George Clooney en estado de gracia, un hombre bueno, amable que simplemente hace su trabajo. Y para finalizar, Anna Kendrick, una actriz joven que apunta alto en el mundo del cine y que comienza su carrera después de una serie de pequeños papeles, entre ellos la saga Crepúsculo.
Por otro lado, Jason Reitman teje una de las grandes películas del año destinada a convertirse, por lo menos para aquellos que todavía amamos el cine con buenos guiones y que te hacen pensar después de salir de la sala, en una película de referencia como ya lo fueron sus dos anteriores trabajos: Juno y Gracias por Fumar, ambas grandes éxitos de público y crítica que han consolidado al vástago del director de Cazafantasmas como uno de los directores de referencia de este último lustro.